jueves, 23 de abril de 2009

Via crusis de Puebla y España

Saray Hernandez Meza N.L 15

Vía Crucis" en latín o "Camino de la Cruz" .
Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de imágenes de la Pasión o "Estaciones" correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió por nuestra salvación.

Las estaciones generalmente se colocan en intervalos en las paredes de la iglesia o en lugares reservados para la oración. Los santuarios, casas de retiros y otros lugares de oración suelen tener estaciones de la cruz en un terreno cercano. En los monasterios generalmente se encuentran en el claustro.
La finalidad de las Estaciones es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa, a los momentos mas señalados de su Pasión y muerte redentora. Pasamos de Estación en Estación meditando ciertas oraciones.
La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén.
Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y el Padre de la Iglesia, San Jerónimo, nos habla ya de multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no existe prueba de una forma fija para esta devoción en los primeros siglos.

En Madrid

no sólo se transita la Semana Santa sino que se vive a flor de piel. Más de 500 habitantes de la villa participan del tradicional Vía Crucis Viviente, ceremonia en la que se recrean todas las instancias que atravesó Jesucristo, previamente a su resurrección.
Algunos movidos por una profunda fe religiosa, otros como respuesta a alguna promesa importante, y otros por el orgullo de representar a su pueblo en un evento local, se suman a la peregrinación y aceptan caracterizarse como ciertos personajes históricos.
Es muy común que, en pueblos de estas características – en este caso una villa, un municipio español de la provincia de Vizcaya, a 30 Km. de Bilbao-, se desarrollen eventos que cuenten con el involucramiento de los pobladores, y que se persista en los modos que se utilizan para honrar una fecha o una celebración; en este caso, la recreación viviente.
Los habitantes viven la Semana Santa con pasión y respeto, haciendo que su tradicional agasajo sea cumplimentado de la mejor manera.
Durante el Jueves Santo, se encargan de dramatizar los últimos momentos de la vida de Jesús de Nazaret, representando “La Última Cena”, “La Oración del Huerto”, y “El Prendimiento de Jesús”.
En tanto, durante la jornada del Viernes Santo y desde las 9 de la mañana, comienzan a sonar los tambores de la Guardia Romana, que avisan de la concreción del “Juicio de Pilatos”.
Allí se incluye el ahorcamiento de Judas y los demás acontecimientos retratados en la Pasión, que se van sucediendo en el camino (procesión) hasta la Crucifixión.
Por otra parte, volviendo al Jueves, antes de la realización de “La Última Cena”, aproximadamente a las siete de la tarde, se realiza la Procesión de los Pasos, desde la Plaza San Severino hasta las calles Correría y Martín Mendía.
Los turistas que estén paseando para esta fecha por Balmaseda – 9 y 10 de abril- podrán presenciar el espectáculo, comprando sus entradas de manera virtual, o acercándose a los puntos de venta dispuestos en las villas. Los precios de las sillas se acomodan entre los 5 y los 13 euros.
Este modo de recrear el Vía Crucis tiene origen en el año 1851, período en el que ya se personificaban penitentes y nazarenos.
No obstante, a medida que pasó el tiempo, se sumaron más personajes; para 1911 ya se presentaban las Tres Marías y La Magdalena; en 1935 se incorporó el Juicio de Poncio Pilato a Jesucristo y, en 1957, apareció en la procesión la Virgen María. No obstante, recién en 1963 se estableció lo que hoy se muestra como la escena de “La Crucifixión”.

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