miércoles, 13 de mayo de 2009

el HuUey aTliIxcayoOotl



Huey Atlixcáyotl es el nombre de un festival cultural que se realiza en el cerro de San Miguel, en el municipio de Atlixco (Puebla) la última semana de septiembre. El nombre de este festejo que se celebra en torno a la fiesta de San Miguel Arcángel es de origen náhuatl y quiere decir Gran Tradición Atlixquense.
El Huey Atlixcáyotl congrega la representación de las delegaciones de las once regiones culturales del estado de Puebla. El primer Huey Atlixcayotl se celebró en 1965. Se supone que se trata de una festividad en honor del dios
Quetzalcóatl, que se identifica con el culto al salto patrón de Atlixco. En 1996 fue declarado Patrimonio Cultural del Estado de Puebla por el gobierno poblano.
Entre otras cosas, en la Huey Atlixcáyotl se elige a la Xochicíhuatl (Mujer Flor) y a sus Xochipilme (Florecitas), que presiden las celebraciones. No se trata de un concurso de belleza, sino de una elección que se realiza sobre el conocimiento demostrado de las costumbres de los pueblos del estado. Cada región envía una representante para la elección de la Xochicíhuatl.
La tradición oral y algunas fuentes históricas mencionan que el cerro, denominado de San Miguel, en el corazón de la ciudad de Atlixco, era conocido en otros tiempos con el nombre de Popocatica y venerado por los pueblos Tolteca-Chichimecas que fundaron en sus faldas la Huehue Cuauhquechollan (Antigua Huaquechula), y que siguió en culto para los de Acapetlahuacan, sus sucesores. Se dice que cada año llegaban hasta la cúspide para ofrendar al Señor Quetzalcóatl.
Las regiones que participan en el festival son las siguientes:
Centro
Los Volcanes
Tierra Caliente
Popoloca
Mixteca Poblana
Cañada Poblana
La Montaña
Sierra de Tehuacán
Los Llanos
Costera
Sierra Norte y Huasteca
MACUILXOCHITL
Tla otie nin tehpac Atlixco ixtlahuactli nic mahcoas xic tlatlahti in Tlaloc ma tech hual tlacoli in atlin totech monehqui ica tiyoltosqueh.
La traducción, sobre una placa señala:
"Si escogiste este hermoso Valle de Atlixco para florecer, ruega a Tláloc que nos envíe el agua que necesitamos para vivir".



el jolgorio crece en esta auténtica cuna de la identidad de grupos étnicos. un par de señoras, morenas y silenciosas y con bellos tocados de flores sobre la cabeza, nos indica algunos senderos, esos que se abren entre las hierbas de tanto pisar y caminar. Todos animados por el evento de mayor atracción y peligrosidad de la fiesta: el juego de los voladores, un pálido reflejo de antaño. Y comprobamos que también llegan de otros estados, como Hidalgo, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala, haciendo gala de su presencia los yaquis, los zapotecas, los huicholes, mazahuas, triques, mixes, tarascos y los reconocidos mayas -que nunca deben faltar- creando un verdadero collage de razas. De Puebla, contribuyen 11 regiones etnográficas a rendirle culto a Quetzalcóatl, agradeciendo el inicio de sus tiempos de cosecha (de los valles centrales, de la zona de los volcanes, de la tierra caliente, de la huasteca poblana, de los llanos, de la costa, entre otros)".



todos los ojos de los cerca de 30,000 espectadores se concentran en la emocionante ceremonia. El sonido de la flautita (chirimia) y el tamborcito (teponaztle) -tan contagiante por su precisión como por su ritmo- es señal de comienzo y de trepar por ese palo de 35 metros de altura (115 pies), acción que realizan con destreza y agilidad encomiable. Ya en el tope, el caporal se coloca de cara al cielo, en el centro (lugar sagrado), y se dirige a todos los dioses, pidiéndo protección para cada uno de sus compañeros y para él. La primera invocación la hace para el volador que se situa al Oriente, luego para el del Poniente y el Norte, para terminar con el Sur. Cuando los cuatro voladores principian la primera de las 13 vueltas multiplicadas por 4 (voladores) suman 52, años que completaban un siglo indígena, años que eran el fin y el comienzo de una nueva era en la vida de los pueblos que fueron la raíz del México de hoy...y descienden sostenidos por esa soga, como si fuesen rayos de sol prestos a fecundar la tierra, es el momento culminante, cuando ya se suspira hondo y se relaja el cuerpo, los "pajaros" ya adquirieron su posición vertical y la muchedumbre descarga los merecidos aplausos. -Los voladores antiguamente utilizaban un disfraz de águila, ya que éstas representan a las almas de los guerreros muertos y sacrificados en las batallas.
Los bailes del convite tienen como raíz las cuadrillas europeas. A principio del siglo XX se acostumbraba bailar esta pieza de salón, las chinas atlixquenses acudían a estos fandangos llevando zapatillas de razo de ceda. Los charros de a pie las acompañaban repartiendo canutos de carrizos con mezcal entre la concurrencia. La china atlixquense es la mujer que habita los Valles Centrales, particularmente de la región de Atlixco, son mujeres que comercializan los productos del campo en los mercados, se atavían con una enagua amplia de telas finas con abanicos en la parte de abajo, camisa con bordado de chaquira en las mangas, zapatillas de razo de seda de un color que combina con la enagua y en las puntas unas pequeñas flores de seda enmarcadas por dos hojas de terciopelo verde y sobre los hombros una mascada. Sobre la cabeza llevan una canasta adornada con flores llena de fruta que ofrecen a los asistentes.Los Charros de a Pie visten pantalón a rayas, originalmente de lana, una camisa de manta acompañada de una camisola a cuadros, sombrero de palma, paliacate y huaraches, también, como accesorio portan un morral de Ixtle que contiene los canutos de carrizo para ofrecer el mezcal que llevan en botellas adornadas con papel de china.

Erendira Abigail Arenas Negrete #1

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